Las maravillas de Leshan

Tallado en la roca, el Gran Buda de Leshan es una escultura realmente especial. La estatua del Buda sentado más grande del mundo, de 71 metros de altura, es tan gigantesca que sus uñas son más grandes que una persona. Incrustado entre dos rocas, parece observar tranquilo el agua a sus pies y el sagrado monte Emei. Este Buda es un icono que le asombrará.

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Los largos lóbulos de las orejas forman parte del mitoLos largos lóbulos de las orejas forman parte del mito

Los secretos del Gran Buda

Aunque el Gran Buda estaba protegido originalmente por una cubierta, musgo y arbustos cubren ahora la estatua de manera natural. Debido a la erosión, el rostro del Buda ha sido sometido a numerosas restauraciones. Lo que más llama la atención son los enormes lóbulos de las orejas, una característica habitual de las estatuas de Buda. Según la leyenda, Buda Gautama, el fundador del budismo, era un príncipe que llevaba pendientes con incrustaciones de piedras preciosas. Para centrarse en su iluminación, se quitó los pendientes y se afeitó la cabeza. Desde entonces, su grandes lóbulos se convirtieron en símbolo de su rechazo por el mundo materialista. Se han empleado varias historias para explicar los bucles que siempre cubren la cabeza de las estatuas de Buda. Según dicen, son caracoles que protegen su cabeza del sol con la baba que producen.

Aguas turbulentas

En el pueblo de Leshan, del que toma el nombre el Gran Buda, convergen 3 ríos: el Minjiang, el Dadu y el Qingyi. Sus aguas eran tan turbulentas que los barcos zozobraban y se hundían. El monje Haitong decidió que era necesario un Buda para calmar las aguas. En el año 713 d. C. comenzó a tallar la estatua en la piedra roja situada sobre la confluencia de los ríos. La estatua no se finalizó hasta un siglo después, con ayuda de más personas. Durante el proceso de tallado, los trozos de la piedra que se habían extraído se depositaron en el agua. De este modo, el río quedó parcialmente embalsado y sus aguas se calmaron. Aunque los habitantes de Leshan tienen su propia versión espiritual de esta historia. Sea cual sea la explicación verdadera, el hecho es que el Gran Buda observa tranquilo las aguas, por lo que hace pensar que fue realmente él quien apaciguó los ríos.

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